22 de junio de 2011

Cómo atarse las zapatillas

Atarte los zapatos,  aprender a montar en bicicleta y caérsete el primer diente de leche...  He ahí algunos de los hechos que marcaron la infancia de muchos de los niños que hoy somos adultos.  Seguramente no recuerdes la fecha, pero el momento habrá sido inolvidable, para orgullo tuyo y de tus padres.  Tal vez para las generaciones actuales sea distinto, pero me atrevería a afirmar que para casi cualquiera que lea estas líneas, el día que aprendió a atarse los cordones fue un día grande.  Corrijo:  fue un Día Grande.

Poco importa si te bastó con cinco minutos de lección o si te costó semanas aprender a hacerte con el lazo, lo más probable es que a estas alturas ya tengas controlada la técnica y que incluso hayas traspasado ese conocimiento fundamental a nuevas hornadas de inquietos corredores.  Porque, sí, los cordones y su clásico lazo siguen con nosotros, a pesar del velcro y de otros  sistemas innovadores de atado rápido.

Cada vez que sales a correr te atas las zapatillas.  Es un paso que no te puedes saltar; es mecánico, lo puedes hacer incluso con los ojos cerrados.  Aunque luego a la vuelta te quites las zapatillas de cualquier forma y sin usar las manos, al menos es seguro que te las atarás antes de dar la primera de tus zancadas voladoras.  Pero ¿de qué manera?

En las prestigiosas y muy divulgadas charlas de TED, allá por el 2005 Terry Moore (director de Radius Foundation) inauguraba la primera serie de conferencias cortas que tan populares se han hecho a partir de entonces (el formato original son charlas de entre media hora y sesenta minutos de duración).  ¿El tema en esa ocasión?  Cómo atarse los zapatos  (!!).  En tres minutos se mete al público de la sala en el bolsillo relatando cómo aprendió a modificar el lazo de sus cordones en un momento dado de su vida adulta y haciendo una demostración en vivo de su reaprendida destreza.



Quizá aprendas algo nuevo, algo curioso, algo estimulante...  Tal vez tu vida mejore enormemente al cambiar el sentido que le das a las cosas más simples de tu día a día.  Considera si hay una forma mejor de hacer las cosas, la forma fuerte o débil, como las llama Moore.   No tienes por qué conformarte con realizarlas como te dijeron o porque siempre se hayan hecho así.  Sé receptiva a las nuevas ideas siempre que éstas parezcan sensatas e inteligentes, apartando tus prejuicios y complejos.  No dejes nunca de aprender y si puedes, compártelo con otros. 


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2 comentarios:

MANOLI CXM dijo...

Gracias, por compartir tus aprendizajes, bss

jaimescolano dijo...

Atalanta, una tremenda lección, sí señora. Me ha gustado