Si hubiera que dar una razón mayoritaria de por qué empieza a correr una mujer, se diría que es por estar en forma y/o perder peso. Retratar así a una atalanta es un esbozo hecho con la brocha gorda, pero aun en los casos en que ese no haya sido el motivo de más peso, es una consecuencia que aprovecha y disfruta cualquier corredora constante.
Afinando un poco más el trazo, podría afirmarse que si esa misma mujer no ha continuado es porque correr, después de un tiempo, le seguía pareciendo “demasiado sufrir”. ¿Qué se puede contestar a este argumento?
Nadie quiere sufrir; aunque a todas nos gustaría estar mejor preparadas para ello. El más avezado de los corredores sueña con hacer kilómetros infinitos y remontar cuestas interminables sin oír su propio resuello, sin acordarse del ácido láctico y sin temer jamás a las lesiones. Y es que el dolor, también al correr, va más allá de lo físico, sintiéndose a veces en el alma.
Correr es uno de los deportes más agradecidos que hay con los principiantes pues los progresos no tardan en hacerse patentes. Pero muchas chicas no llegan a descubrir estas sensaciones, abandonando antes de poder correr con comodidad los 35 minutos que se requieren para llegar a quemar grasas y perder peso, dando al traste así con el propósito de su motivación original.
El umbral del dolor se eleva exigiéndole al cuerpo (y al espíritu) siempre un poco más de lo que él está dispuesto a dar. Para ganar fondo, necesitaremos tener en cuenta los siguientes factores:
Sesiones. No vale hacerse todos los kilómetros del mundo en uno o dos días. Para notar resultados y evitar lesiones, hay que repartir las sesiones y las distancias. Salir tres veces por semana y hacer un entrenamiento de calidad es lo mínimo que se debería procurar para notar progresos.
Incrementar la distancia. Es primordial: si acostumbras a tu cuerpo a entrenar corriendo distancias más largas, podrás exigirle un esfuerzo mayor (de ritmo y velocidad) en distancias más cortas sin sufrir demasiado.
Series de velocidad y cambios de ritmo. Te preparan para acelerar en algunos tramos de carrera (adelantamientos, zonas llanas y menos técnicas) y a recuperarte de ese esfuerzo con más facilidad y sin dejar de correr. Esto es importante, pues de poco o nada servirá pegar un acelerón que luego te dejará extenuada y que a la larga representará una merma en tu ritmo promedio.
Trabajar los abdominales. Unos músculos abdominales tonificados nos ayudarán a respirar eficientemente, mejorando así la capacidad de recuperación tras un esfuerzo constante y prolongado como supone el correr. Además, colaboran en la disipación de impactos sobre la zona lumbar, ya que amortiguan la carga que transmiten las piernas en cada zancada.
Estiramientos. Fundamentales para preservar la calidad del músculo y recuperarse del esfuerzo. Estirar siempre en caliente, dentro de los primeros 20 min de haber acabado la actividad física, estirando el músculo lo más posible sin que llegue a doler y sin hacer rebote, manteniendo la posición entre 15 y 30 s.
Descanso. Descansar dos días a la semana (que no sean seguidos) contribuye a que el cuerpo asimile mejor la carga de entrenamiento. De los dos días de descanso, uno debe ser absoluto y el otro puede dedicarse a lo que se llama “descanso activo” y que consiste en dedicarse a otro tipo de actividad física de menor impacto (natación, bicicleta, caminar…).
Estas pautas las tiene tan interiorizadas y asumidas cualquier corredor con algo de experiencia que ya ni se las plantea y forman parte de su perfil. Pero ni siquiera este sujeto se libra del martirio. Cuando las agujetas se convierten en un placer, entran en juego otros elementos psicológicos y aspiraciones que llenan la cabeza del corredor y le siguen empujando eternamente hacia adelante.
“El dolor es inevitable, sufrir es opcional” es una frase erróneamente atribuida al novelista y fondista japonés Haruki Murakami. En realidad, esta frase sí que aparece en su libro “De qué hablo cuando hablo de correr” pero él la cita precisamente como una frase inspiradora que leyó una vez que otro corredor se recitaba como mantra en las competiciones.
6 comentarios:
La puesta en forma que se busca, en muchos casos es la de la mente, el eliminar telarañas.
Las agujetas esas que molan es lo más acosejable para sentirser bien, cuando se está muy en forma, no las percibes, es tras las adtividades que una carrera cada 15 días cuando vas viendo la pérdida de puestos dentro de la clasificaciones.
Lo peor es la sensación de "haber podido hacer más", ¿verdad?
Pero en fin, como en las carreras, habrá que mirar hacia adelante y confiar en que se puede recuperar en la próxima lo que se perdido por descuido.
Estar en forma y perder peso es una potente motivación. Pero correr, cualquier deporte, si no se practica con el factor pasión en alguna de sus variantes, acaba abandonándose. Cuídate amiga.
Sí, de cara al verano, los parques y zonas verdes se llenan de trotadores que quieren quitarse kilos. Aunque correr con sobrepeso personalmente me parece una idea pésima, he de decir.
También están aquellos que no están interesados en correr como su deporte pero que lo practican y procuran mejorar en él porque les da un magnífica base aeróbica de cara a dedicarse a otras actividades físicas que les apasionan más (y aquí se incluyen desde toreros hasta actores).
Para todos estos, quitarse de encima el sufrimiento físico es relativamente fácil.
A los toreros les conviene correr un poquito, aunque cuando les pilla... Un día pruebo a correr con un equipaje de luces, igual me queda hasta bien. ¿Cómo estás wapa?
¡Mejor! Y con ganicas, ya...
Oh, no, ¿tú, vestido de luces? ¿Cómo borro ahora esa imagen mental? ¡Glub!
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